Mi amado Abel, ha pasado otro Lunes de Pascua, ése que celebrábamos porque fue cuando nos conocimos. En realidad lo celebraba más yo que tú... con tu silencio e introspección ese día no denotó nada de emociones como las tuve yo, que enseguida que te vi sentí que el corazón explotaba.
Así es el amor, así sigo sintiendo dentro de mí,como tu amor está cada día conmigo. Me acompañas, hay veces que vas por delante y muchas veces más vas protegiéndome las espaldas.
Caminar la vida con este sentimiento tan profundo también ayuda a seguir con la alegría en el corazón; no es fácil vivir sin ti viéndote crecer como ser humano y desarrollándote profesionalmente o como el excelente padre que estoy segura serías, sin embargo, esa imagen impoluta, cristalina, nítida de tu ser se mantiene intacta, lejos de las miserias humanas.
Ese lunes de pascua sentí que había encontrado ese ser que tanto había imaginado; tal vez suena cursi, pero fue así... y no me equivoqué.
Un día le escribiste a don Amado que: (...)ya que no me agrada considerar mi pasado ni mi futuro, voy a intentar exponerle brevemente lo que actualmente desempeño en mi vida, algunos ámbitos más interesantes, como por ejemplo la relación que mantengo con su amada hija.
Al principio no quise relacionarme de manera cercana con ella, principalmente porque jamás llegué a plantearme salir con una chica, pero desde que decidimos ser pareja puedo considerarme desde entonces la persona más feliz de este planeta (...)".
¿Puedes imaginar lo que siento?... yo sigo sintiéndome la persona más feliz de este planeta.
¡Ay bello Abel, sigues dando amor a raudales!
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