sábado, 24 de enero de 2009

Aprender... un proceso lento

"(...)Para crecer entonces voy a tener que admitir el vacío. El espacio donde por decisión, azar o naturaleza ya no está lo que antes podía encontrar.(...)
Toda la historia de mi relación con mi crecimiento y con el mundo es la historia de este ciclo de la experiencia del que ya hablamos. Finalmente la vida consiste en establecer contacto con los hechos, agotar el contacto y retirarse, desde allí empezar otra vez el registro, otra vez cargarme de energía, otra vez emocionarme y otra vez actuar, otra vez conectarme, otra vez agotarme de contacto y volver a retirarme.
Entrar y salir.
LLenarse y vaciarse.
Tomar y dejar.
Vivir estos duelos para mi propio crecimiento. Aunque no siempre el proceso sea fácil, aunque no siempre esté exento de daño.
(...) El tema está en mi apego, en mi manera de relacionarme con mis deseos.
El problema es no saber entrar y salir de las situaciones.
No poder aceptar la conexión y la desconexión con las cosas.
No haber aprendido que el obtener y el perder son parte de la dinámica normal de la vida considerada feliz. (del libro "El camino de las lágrimas" de J.Bucay).

Cada vez que regreso de México una gran nostalgia me invade por completo, es como si volviera a comenzar de nuevo una nueva etapa y entonces es cuando recuerdo la enseñanza de Abel.

Las personas que no tuvieron la suerte de conocer personalmente a Abel no pueden imaginarse la calidad de ser espiritual que era.

Muchas veces yo me llegaba a preguntar si verdaderamente era digna de Aquel Ser, porque con el primer contacto de su espiritualidad no sabía si la había comprendido del todo... no sabía si podía acompañarlo en ese camino de introspección, si realmente era la compañera idónea para su crecimiento personal. Pero siempre acababa pensando y sobre todo sintiendo que, aunque me faltaba mucho por aprender, ese también era mi camino.

Ahora que regresé del hogar de mi infancia estuve nuevamente ordenando cajones, armarios, libreros y encontré tesoros que me hacen vibrar nuevamente y que, al mismo tiempo de provocarme cierta tristeza, paradójicamente me han provocado también cierta alegría por el gran regalo que me dio la vida o Dios o los seres supremos -como digo yo- de haber podido convivir con una persona como Abel.

Encontré entre otras cosas: cabellos que guardé la primera vez que decidió en el Hospital que lo raparan porque ya comenzaba a caérsele el cabello a puñados; recuerdo ese día como si hubiera sido ayer: mientras el peluquero oficial del Hospital, un señor refunfuñón que con el delicado contacto con Abel comenzó a reírse y platicar con él fue dejando su cráneo desnudo, yo observé la mirada de Abel y -a temor de equivocarme- pude vislumbrar cierta melancolía porque es algo verdaderamente traumático, para el que lo ve y sobre todo para el que lo vive... Pues bien, como iba diciendo, ese día no dejé que cierto mechón tocara el suelo y lo guardé en una cajita especial, donde también guardé alguna parte de mi corazón.

Abel no estuvo muy de acuerdo... yo iba entendiendo poco a poco su enseñanza.

Cuando me daba libros a leer para después hacer entre los dos nuestros propios comentarios, la mayoría hablaban sobre el Apego, y poco iba entendiendo de lo que Abel quería que aprendiera yo: me hablaba sobre el "ON y OFF" de la vida y yo al principio no le entendía... creo que ahora si... también me hablaba de "Morir cada día al día anterior para ver el siguiente con ojos nuevos"... y otra frase favorita: "debemos aprender a ver todo con los ojos de un niño, siempre maravillándonos de todo como si fuera la primera vez".

Creo entender poco a poco su filosofía de vida... sólo que es muy difícil llevarla a cabo... porque... cómo no mantener en mi memoria esos momentos hermosos que vivíamos, cómo querer olvidar ese perfume que sigue saliendo de su armario cuando lo abro para sacar algún sweter... (lo abro muy seguido)... Cómo ir viviendo sin esa risa en mis oídos y esa sonrisa en mis recuerdos cuando cierro los ojos... Cómo no sentir una ráfaga de electricidad cuando tomo sus libros y al abrirlos sale el aroma de su incienso favorito (suelo hundir la nariz entre los textos)... Si Abel ha sido lo mas hermoso que me ha sucedido en la vida!!!!... No quiero quedarme estancada, pero tampoco quiero olvidar...

Estaba lleno de amor, de comprensión, de compasión, de optimismo, de alegría... creo que impregnó mi vida de aires muy etéricos y me enseñó en vida que lo mas hermoso es nuestra casa interna.

Creo que llegamos a un buen equilibrio... todos los espacios de nuestro hogar son testigos de nuestro buen entendimiento en todos los sentidos... él puso un poco los pies en la tierra y yo me convertí en un ser mas silencioso, ya que solía ser un torbellino de emociones desbordadas.

No me cansaré de repetir que gracias a los siete años y medio exactos que viví con él pude entender de una vez por todas que hay lazos de amor muy fuertes, tan fuertes que ni la mas fuerte ráfaga de viento de dolor puede romper; a Abel y a mí nos separaron físicamente, pero seguimos unidos, mas unidos que nunca y de la manera mas fuerte e insondable que pueda existir: la fuerza del Amor.