domingo, 2 de marzo de 2008

"Un paseo por Cunit y Calafell"


Mi muy amado Abel:

De forma sorprendente, hace mas de dos mil años, Antifón (dramaturgo griego del siglo cuarto antes de Cristo) escribió: "No sufran en exceso por los seres amados muertos, No están muertos, sino que sólo terminaron el viaje que es necesario que todos nosotros hagamos. Nosotros debemos ir a ese gran lugar de recepción en el que todos ellos están reunidos y, en este encuentro general de la humanidad, vivir juntos en otro estado de ser". ( del libro "El ángel número doce" de Og Mandino).

Dicen que después de una pérdida física de un ser amado, la primera vez que se hace algo sin aquella persona, existe un sentimiento de dolor, frustración, rabia, enfado, una especie de agonía que no sabemos cómo afrontar, pero que lo hacemos y volvemos a levantarnos para seguir el recorrido del aprendizaje.

Este fin de semana fue especial porque fue la primera vez que iba sin tí a un sitio lleno -como siempre- de recuerdos hermosos; momentos que vivimos muy contentos, paseando, comiendo helados y miradas cómplices que nos teníamos cuando nos decíamos muchas palabras dulces y tiernas sin ni siquiera abrir la boca porque teníamos a tus papás como testigos.

Acompañé a Fina y Tito a Cunit, donde tienen alquilado un piso, pasan muchos fines de semana allá; porque allá son incógnitos entre tanta gente; pueden pasear sin encontrarse a nadie que les pregunte. "¿cómo están?" (depende de quién te pregunte, hay veces que si te lo preguntan mas de diez personas por el camino que sueles tomar para pasear, puede llegar a hartarte; ése es el caso de tus padres)...


Recordamos muchísimos momentos que pasamos contigo; lo primero que me vino a la cabeza era lo bien que te la pasabas comiendo helados y lo que te afanabas buscando la sombra durante nuestros paseos tomados de la mano...

Fue la primera vez que paseé por aquel sitio sola, en algún momento me percaté que tenía las manos engarrotadas en forma de puño: "estaban vacías"; sentí mucho dolor, me sentí muy sola sin tu compañía, en esos momentos no encontraba belleza alguna; ni en los matices del mar, ni en el vaivén del agua, ni en el agradable calor del sol que nos va acercando a la primavera, ni en todos los sonidos que emanaban del tumulto de la gente, ni de los graznidos de los patos... todo era gris, todo no existía, todo era nada; no me reconocía, tenía los ojos cerrados y el corazón en alguno de los dos puños.

Pero al pensar nuevamente en tí, me venía la tranquilidad, inclusive me venía una sonrisa en los labios, mis manos se relajaban y nuevamente el mundo volvía a moverse y a existir para mí, y mis manos nuevamente estaban llenas, mi corazón nuevamente latía, porque estabas tú, porque existías Tú en forma de Amor...

No había querido aceptar la invitación de tus papás a aquella zona, no porque no quisiera estar con ellos, sino porque tenía miedo; miedo a volver a sufrir, a volver a llorar, a volver a sentirme abandonada, sola, a pasar lo mismo que paso siempre que es "la primera vez"... sin embargo, he aprendido mucho en este viaje y he recuperado muchos recuerdos que me daba miedo olvidar envuelta en la vorágine del dolor.

No te niego que estos días he llorado mucho, que me he rebelado como no te puedes imaginar; pero después de eso ha llegado la paz, la serenidad; supongo que no puedes estar conmigo cada instante de mi vida y es cuando desfallezco, pero ¡es que es natural, es el proceso!, no es que Tú desaparezcas, sino que yo me alejo por mi falta de FE, supongo que como cualquier alma que sigue aprendiendo voy y vengo como la marea de las playas de estos sitios: Cunit... Calafell... lugares que me huelen tanto a tí que puedo sentirte hasta en la brisa...

Sigo llorando por tí, pero cuando las "primera vez" vayan pasando y lleguen las "segundas y terceras y las cuartas", quiero pensar que mi corazón encontrará alguna paz, y sobre todo, volverá a tener la ilusión para que te permita tomarme de la mano y dar un paseo por la playa.