jueves, 27 de marzo de 2008

"A LA MEMORIA DE UN QUERIDO HIJO" por Mary Carmen Torres


Queridos Todos:

Mi mamacita no había podido plasmar en palabras escritas muchos de sus sentimientos hacia Abel...el dolor era demasiado profundo...

Pero ahora estoy contenta porque a pesar de ese dolor que sigue existiendo ha podido encararlo y sobre todo regalarnos y especialmente regalarme a mí estas bellas palabras.

Sobra decir que Abel y ella se amaban y quiero decirte mamá, aunque ya lo sabes, que Abel te amaba con todo su corazón; hasta el último aliento de su vida conscientemente pensó en tí.

Esta foto la tomé en su primer viaje de mamá a Barcelona, aquel paseo por la zona de la Sagrada Familia lo recuerdo con toda la alegría contenida en una lágrima porque nos divertimos mucho y sobre todo reímos hasta que no podíamos mas...dulces recuerdos...

No necesito decir mas:

"Hola Abel:

Tendrás que perdonarme el que me adjudique un lazo tan profundo y hermoso: hijo. Quizá sin derecho te llame hijo, pero desde esa tarde en que fuiste por mí a la terminal de Sabadell y vi preocupación en tu rostro porque ya tenías rato esperándome en la sala de arriba y yo estaba en la parte de abajo, sentí que algo había nacido entre tú y yo; algo que nada haría que desapareciera. Desde ese día Abel, has sido y fuiste para mi un hijo, así te he considerado siempre en mi corazón y no creo que mi hijo de sangre sienta celos de ese gran cariño que nació en mí por tí.


De la misma forma en que me sentí feliz el día en que te conocí, ese gran cariño se convirtió en un gran dolor cuando tu esposa, mi hija, nos avisó por teléfono que estabas enfermo, ese día a pesar del dolor, sentí que debíamos tener FE en que sanarías, que una persona como tú, no se podía ir de este mundo, que tenías muchas cosas que enseñar, había personas a tu alrededor que necesitaban mucho de tí, comenzando por tu esposa.


En los viajes que hice a Barcelona para estar con ustedes, antes de tu enfermedad, tú y yo habíamos pasado mucho tiempo platicando de cosas muy interesantes, cosas referentes a la vida misma, de los sentimientos, de la conducta del ser humano, pero también habíamos paseado, Carmelita y tú me llevaron a conocer lugares y cosas bellas de tu tierra, algo que mientras viva no se borrará de mi mente. Después cuando la enfermedad te obligó a estar en el sanatorio, hice nuevos viajes para estar contigo, para acompañarte, y nuevamente me regalaste tu sapiencia, teníamos mucho tiempo para platicar, cuando te viste obligado a estar en un hopital, aunque yo procuraba no cansarte, aún así no te encerraste en tí mismo.

Yo me preguntaba cómo alguien tan joven podía saber tanto y siempre llegaba a la misma conclusión: ERES UN SER ESPECIAL; por eso este mundo terrenal ya no era para tí, me costó mucho aceptarlo, pero así era, tu pertenecías a otro plano espiritual, sólo pasaste por este para enseñarnos y para que tuviéramos la enorme dicha de conocer a alguien como tú.
Creo que lo entendí y supe apreciar tu valor , Gracias Abel, por todas esas horas de enseñanza que pasé a tu lado.
Tú me hiciste entender el por qué de la vida y la muerte por qué mi esposo se había marchado, por qué la muerte lo había escogido a él.

Tú y él se parecían mucho, siempre dando todo por los demás, sin pedir nada a cambio, creo que por eso la única vez que estuvieron juntos aquí en México, se identificaron, la semejanza espiritual los unió, leían los mismos libros y teniían las mismas ideas respecto a la vida y sobre todo daban, enseñaban, se entregaban.
Te quise mucho y te quiero Abel, aunque tu nombre signifique "SOPLO DE VIDA" diste demasiado.

Fuiste una persona muy importante en mi vida, lo único que lamento es haber tenido tan poco tiempo para aprender de tí, pero aún así, gracias le doy a la vida por haberte conocido, por el cariño que me regalaste sin merecerlo, por tu presencia, por tu hermosura, por haberte quedado con nosotros un tiempo. GRACIAS!
Hasta pronto, Abel, hijo mío".