lunes, 11 de febrero de 2008

"Finding Neverland"

Una de nuestras grandes pasiones es el cine, nos gustaba mucho ver películas, sobre todo que trataran de historias de amor mezcladas con historia.

Recuerdo que cuando vimos Troya te emocionaste por la perfección de los movimientos de Brad Pitt, especialmente en las escenas bélicas, veías tantos detalles que hasta parecía que estabas viendo otra película!.

No era de extrañar que te gustara, es una película que se supone les agrada a los chicos jóvenes; pero cuando vimos "Memorias de una geisha" y me dijiste al salir del cine que cuando estuviera a la venta te gustaría tenerla en nuestra colección...¡esa decisión me llegó al alma!...hablaba de tí, de tu ternura, tu imparable interés por las culturas de Oriente aparentemente tan lejanas...

También compramos "El último samurai"; aunque no entendías muy bien el inglés quisiste verla en versión original para no perderte la cadencia de las frases de Ken Watanabe; no lo sabías (ahora si)pero estaba muy pendiente de tus reacciones al momento de la película donde está a punto de morir y termina su poema; veía ocmo tus ojos se cristalizaban y brillaban aún mas que de costumbre; sólo que respetaba tu intimidad mas profunda...la viste muchas veces, inclusive en el hospital.

Otra película que no te cansabas de ver es "Buscando a Nemo" porque siempre admiraste la fuerza que tenía aquel pececito para mover tanto a su alrededor...tal vez te veías reflejado...otra de dibujos animados que te maravilló fue "Hermano Oso"; la cultura de las tribus de cualquier país siempre te interesó; buscabas mensajes de vidas antiguas; te apasionaban los chamanes, los brujos, los brahmanes; todos aquellos seres auténticos que pudieran tener el poder de ser eternos por medio de sus obras...tal vez tu fuiste un Maestro, tal vez antes de ésta, tuviste muchas vidas...seguro te faltaba poco para ascender al último peldaño...

Lo que nadie, absolutamente nadie sabía hasta ahora, es que el mayor regalo para tí y tu relación con el cine fue "Finding Neverland"; cuando te la regalé no quiser verla contigo; tú ya la habías visto antes y quisiste comprarla, en ese entonces ya estabas malito y lo que hacía yo era buscar pelis para comprártelas y las pudieras ver en el hospital y no hacer tan pesada tu estancia (aunque nunca te quejaste de ello).

Viste nuevamente la peli y me dijiste: "tienes que vera conmigo, es maravillosa, sé que llorarás, pero tienes que ser valiente y verla conmigo". No la pude ver contigo en el hospital...me faltaron fuerzas...había decidido desde el primer encuentro que tuve contigo en el hospital, cuando nos dijeron el dignóstico que nunca lloraría delante de tí y casi lo cumplí. Siempre buscaba pretextos para no verla y otras veces, como sabía que no te engañaba, porque me conocías muy bien, te decia directamente: "No cariño, porque ya sabes que soy muy chillona".
Pasaron los meses y justo antes de ingresar al hospital para someterte al autotrasplante, me pediste que la viera contigo; no pude negarme; así que respiré hondo y me senté a tu lado para verla.
Por mas que respiraba y respiraba para no llorar, comencé a hacerlo en silencio, con precaución de que no me vieras, tanto así, que no me di cuenta que tú también estabas llorando en silencio, como yo.
Cuando terminó la peli busqué tu mirada y nos abrazamos; lloraste como nunca te había visto...como nunca te había visto nadie...
No sé cuánto tiempo pasó, pero seguimos abrazados, tomé tu carita entre mis manos y llenándola de besos y entendiendo tus sentimientos, recuerdo que te dije algo como: "confía, porque vas a vivir, vas a vivir, cariño mío" y nos volvimos a abrazar con el llanto de uno solo.
Ha pasado un suspiro desde ese momento y una eternidad sin tu presencia; todavía ni puedo volver a ver esta película, el dolor es demasiado agudo, intenso, asfixiante; esperaré pacientemente como espero tantas cosas desde que cambiaste de forma.
Este secreto era sólo nuestro, y ahora sé que no te importa que lo comparta. ¿y sabes por qué lo hago? porque siento que algo de mí tuvo que ver en tí, y me siento feliz de ello; porque fui capaz de hacerte sentir tú mismo, conmigo te mostraste sin miedos, sin temor del rechazo, auténtico; con las demás personas eras muy tierno y comprensivo, pero teníamos una complicidad casi de almas gemelas, a tal grado de llorar juntos ese día como dos niños pequeños hasta que el agotamiento nos dejó dormidos.
...Quá maravillosa es tu obra Abel que aún en mis recuerdos estás haciendo una labor plena de amor; sigues trabajando en mi vida par que sea feliz!.
¡Gracias por tantos y tantos regalos que me sigues dando!.