La mayoría de mis amigos y amigas de Sabadell, Sant Quirze y Barcelona están de vacaciones; yo las hice antes, a mediados de Junio marché a México, a retomar fuerzas, a respirar ese aire (aunque un poco contaminado, pero al fin y al cabo, el aire de mi tierra)y a comer esa deliciosa comida de mamá y de la cocina mexicana.
Ahora ya estoy de vuelta, me siento un tanto solitaria; también mis amigos de blogs han "tancat per vacances" y al no tener clases siento que las horas pasan mas lentas.
Entonces me pongo a leer aquellos libros que tengo un poco abandonados en época de clases y temporadas de zarzuelas; ahora estoy leyendo "El camino de las lágrimas" de Jorge Bucay, también "La canción del atardecer"; una hermosa historia hindú. Pero también retomo los que a Abel tanto le gustaban y los que -entre otras cosas- me mantienen ligada a él.
Abel y yo solíamos salir a pasear mucho, a caminar por las zonas verdes y naturales y sentir el aroma de los árboles, de las plantas y de las flores; sentir la paz del ambiente y la serenidad de nuestro espíritu; el bosque de Can Deu era uno de nuestros sitios favoritos; ahí pasamos largas horas charlando, él practicando yoga (foto) y yo, por supuesto, una de mis aficiones: haciéndole fotos.
En este bosque es en donde descansa una parte de las cenizas de Abel... así lo quiso él... cuando estaba en proceso de recuperación nunca tocamos el tema de qué pasaría si alguno de los dos marchaba; él se concentraba en su recuperación... tal vez realmente le daba temor hablar sobre ello... de cualquier forma, un día yo le dije qué me gustaría que hiciera con mi cuerpo si marchaba antes que él: "Quiero que me incineren, quiero que una parte se quede aquí, en esta tierra que me acogió como una hija, y también porque quiero que me vayas a poner flores y me tengas cerca. La otra parte quiero que la traslades a México, donde pasamos momentos inolvidables; así de alguna manera, también estaré cerca de mi familia".
A Abel le pareció muy buena idea, así que me pidió que si partía él antes que yo pasara lo mismo; así que él decidió que la mitad que se quedaba aquí la depositara yo en el Bosc de Can Deu, porque era un sitio que visitaba desde pequeño y donde pasó muchos momentos de reflexión y acercamiento con Dios, la otra mitad, decidió que la lanzara en el mar de Cancún, donde pasamos nuestra luna de miel. Tomó esta decisión porque se enamoró de México, porque se enamoró de mi familia y ya la consideraba como parte de la suya y quería que también una parte de él estuviera allá, con "los míos".
De una u otra forma al final de esta vida estaríamos juntos y prometimos no cambiar de opinión pasara lo que pasara y porque al momento de morir nuestros restos formarían parte de la naturaleza.
Así lo hice, desgraciadamente tuve yo que hacerlo con sus cenizas y no al revés, y ahora sólo espero que en el momento de mi partida, los que quedan aquí, respeten este deseo y me dejen regresar en esta forma física, al lado de mi amado esposo, de la otra forma, espero que con mis obras aquí Dios me permita acercarme a él.
"En los antiguos Vedas se dice que la parte de nosotros que no cree en la muerte nunca muere y esta simple definición del ama no es nada mala, porque describe detalladamente la creencia secreta de cada uno de que la muerte puede ser real para algunos pero no para nosotros. Los psicólogos están impacientes con este sentimiento de inmortalidad personal; dicen que lo utilizamos para defendernos contra el hecho inevitable de que un día moriremos. Pero ¿qué sucedería si fuera verdad lo contrario? ¿Qué sucedería si sentirnos inmortales y mas allá de la muerte fuera nuestro factor mas real?.
Para demostrar este punto de una u otra fomra, necesitamos hechos, del mismo modo que los necesitamos para hablar de Dios, porque el alma es tan misteriosa como Dios y apenas tenemos unos cuantos hechos fidedignos sobre él.(...) El alma no siente o se mueve, no viaja con nosotros mientras nos movemos por la vida, ni sufre el nacimiento, la decadencia y la muerte.
Esto no es mas que una forma de decir que el alma queda aparte de la experiencia ordinaria, y como no tiene forma, no es posible tener una imagen mental del alma.
En lugar de ello, el alma es realmente un punto de unión entre el tiempo y lo intemporal y se orienta en las dos direcciones. Cuando yo me siento a mí mismo en el mundo no estoy sintiendo mi alma, aunque está en un lugar cercano y no hay duda alguna de que notamos su presencia, siquiera vagamente. Pero sería un error pensar que el alma y la persona son la misma cosa. (...) todas las cualidades y las memorias no tienen nada que ver con el alma. Las cualidades mueren con la persona, pero el alma no. Por lo tanto el alma es como un portador de la esencia, pero ¿cómo es esta esencia?.
Si no puedo experimentar el alma como una emoción, y si todo lo que sé sobre mí mismo desde mi nacimiento está separado de mi alma, ésta no debe ser una cosa material.
En otras palabras, el alma empieza a nivel cuántico, lo cual tiene sentido porque el nivel cuántico es también nuestro portal hacia Dios. Pasar por esta puerta no es algo que podamos elegir: la participación es obligatoria(...)
(del libro "Conocer a Dios" de Deepak Chopra)
Me gusta la idea del "portal hacia Dios"; supongo que en ese sitio está el alma de Abel, que obviamente ya no se reconoce como tal, sino como un conjunto de energía o como si ahora fuera millones y millones de puntitos invisibles en el universo.