domingo, 17 de febrero de 2008

¿Qué es el duelo?



"Y el Principito dijo: -Bien...Eso es todo.

Vaciló un momento, luego se levantó y dió un paso. No gritó. Cayó suavemente, como cae un árbol en la arena. Ni siquiera hizo ruido.

Y ahora, por cierto, han pasado ya seis años...Me he consolado un poco porque sé que verdaderamente volvió a su planeta, pués al nacer el día no encontré su cuerpo. Desde entonces, por las noches, me gusta oír las estrellas; son como quinientos millones de cascabeles" (de "El Principito" Antoine de Saint-Exupéry).

"El duelo es el doloroso proceso normal de elaboración de una pérdida, tendiente a la adaptación y armonización de nuestra situación interna y externa frente a una nueva realidad". (de "El camino de las lágrimas" Jorge Bucay).

Hoy he querido compartirles unos fragmentos de algunos libros que me han ayudado a llevar mi barca sin que se hunda y sin que se pierda en las tormentas del dolor y la desesperación.

Cuando nos dijeron el diagnóstico de la enfermedad que padecía Abel, lo primero fue negarnos ante el hecho, siempre pensé que era un error, que estaban equivocadas todas las pruebas, todas las analíticas y tarde o temprano los doctores nos iban a pedir disculpas por tan inacertada equivocación, pero el tiempo fue pasando, no sé si minutos, horas, días, semanas; todo me parecía tan surrealista que ni siquiera sé en qué día vivíamos.

Abel estaba asustado, aunque no lo exteriorizó, ninguna persona piensa en morir tan joven; pero su cara, la primera vez que la ví después del diagnóstico era muy hermosa, era como la de un ángel, nunca olvidaré su sonrisa y el abrazo que me pidió desde la silla donde estaba sentado.

Recuerdo que lo primero que me dijo fue: "bueno, y ahora ¿qué vamos a hacer?"; comenzamos a hablar sobre el tratamiento, el cual se tenía que comenzar inmediatamente debido a lo avanzada que estaba la enfermedad, pero me dijo que primero quería hablar con su doctora tibetana de cabecera; no había mucho tiempo, según los médicos, pero yo acepté su decisión; desde aquel día me juré que iba a respetar sus decisiones fueran las que fueran y que lucharíamos juntos aunque se opusiera el mundo entero. Así lo hicimos y aunque en un principio aparentemente no había indicios de la enfermedad en su cuerpo, las pruebas de los doctores alópatas eran irrefutables.

Así comenzó todo, temporadas largas en el hospital, de hasta tres meses, aislamientos que era lo peor que llevábamos porque no podíamos ni darnos un beso, aspirados medulares que era lo que mas le molestaba, aunque nunca lo decía, sólo lo observábamos cómo sudaba con sólo pensar que tenía que regresar al hospital para someterse a dicha prueba, el implante permanente de un catéter Hickman, en fin, un suplicio que Abel lo llevó sin queja alguna, siempre con una sonrisa, siempre con serenidad, estoy segura que lo que iba haciendo era mas de dentro, desde lo mas profundo de su alma, por eso tal vez marchó igual, en silencio, sin ninguna queja, sin hacer ruido, como cae un árbol en la arena, simplemente descansó su cuerpo y viajó su alma.