Nuevamente llega la estación que mas me cuesta afrontar y eso que los colores comienzan a ser mas brillantes y llamativos; pero tengo la sensación de que en el ambiente hay algo que año tras año no logro explicar y que me pasaba desde que era pequeña y vivía en Casa Puebla.
Hoy regresando de una función de zarzuela a la cual fui invitada como público me encontré el retrovisor del lado izquierdo de mi coche hecho añicos; entonces casi estuve a punto de maldecir y echar peroratas; pero algo muy curioso pasó: mantuve la calma... eso es lo que me pasa últimamente cuando me ocurre algún altercado que tiene que ver con las cosas materiales.
No es que esté nadando en la abundancia ni muchos menos, pero si guardo mis energías para algo que realmente valga la pena; claro que esta situación me llevará mañana a realizar circo, maroma y teatro para no andar conduciendo con el coche en mal estado, pero impedí que esa situación me arruinara el gran sabor de boca que traía porque la función -con sus mas y sus menos- estuvo bonita y entretenida y lo mas importante para mí era apoyar a mi hermano, ya que él llevaba la batuta.
Entonces fui a buscar un escrito que me hablara, que me curara y lo encontré; abrí el libro al azar y encontré lo anterior...
Siempre he creído en el Poder Mayor y sobre todo me siento con cierta tranquilidad porque Abel está ahí, ayudando a mover los hilos de mi vida.
Después de tanto dolor por su pérdida, pienso: ¡qué dicha tener un ángel que me tome de la mano y me acompañe sutilmente!
Gracias precioso y sigue cuidándome junto con mi papi, ¿quien mejor que ustedes para hacerlo?.