Hoy voy a dejar
que me invada la tristeza,
que mi cara se hunda
en tu impávida almohada
donde ya no descansa tu cara.
Hoy voy a dejar
que mi alma congelada
llore desolada,
que mis brazos vacíos de tí
añoren lo que hace meses perdí.
que me invada la tristeza,
que mi cara se hunda
en tu impávida almohada
donde ya no descansa tu cara.
Hoy voy a dejar
que mi alma congelada
llore desolada,
que mis brazos vacíos de tí
añoren lo que hace meses perdí.
Hoy voy a dejar
que la rabia sea mi compañera
que la soledad me devore,
que mis pies caminen descalzos
por la fría línea y sus bordes.
Hoy voy a dejar
que las lágrimas me aturdan
que la impotencia me duela
que los recuerdos se pierdan
en laberintos de pena.
Porque después de la tristeza
en el aire encontraré tu aroma
y mi gélida alma
se deshielará con tu fuerza.
Esa fuerza llena mis brazos,
que aún vacíos de tí
encuentran un gran consuelo
en todo lo que contigo viví.
Hoy no es rabia ni tristeza,
ni soledad ni impotencia,
ni mis lágrimas me aturden
ni hay laberintos de pena.
Porque he decidido vivir,
distanciarme del Apego
que colosal y excesivo
latente espera el requiebro.