lunes, 1 de septiembre de 2008

El silencio de Abel

En esta temporada de vacaciones me he dado a la tarea de archivar documentos, nóminas, recibos de banco y mil papeles que sólo llenan un espacio que quisiera llenarlo con otras cosas verdaderamente importantes, pero parece ser que los seres humanos seguimos ligados a los papeles; guardamos los recibos de todo, como si tuviéramos desconfianza.
Antes con el trueque, la gente confiaba en que lo que intercambiaba era de buena calidad o estaba rico o le duraría mas de una temporada; ahora es todo lo contrario, nos llenamos de papeles y mas papeles como si con ellos tuviéramos mas seguridad... es una mentira, si así fuera tendría un papel donde me dijera que siempre sería feliz con Abel y con firma al final y debajo mi nombre...

Un fuerte golpe sorpresivo llegó a mi corazón; encontré entre tantos y tantos, un documento que se titula “Document acreditatiu del dret a l’assistència sanitària per pensionista de Viudetat”... no recordaba siquiera que no he solicitado la que aquí llaman “tarjeta sanitaria” como pensionista; no tengo ganas de tenerla; tal vez es negar un hecho, pero no había pensado en ella; lo guardé como guardé tanto dolor acumulado durante mucho tiempo...

He estado en silencio... el silencio... a Abel le gustaba mucho el silencio; se pasaba muchas horas encontrándolo, haciéndose amigo de él para buscar la introspección que le llevaba a una claridad de pensamientos.
Desde que lo conocí fue íntegro, yo sabía que le gustaba pasar largos ratos frente al Lago del Parc Catalunya mirando, en silencio; contemplando la belleza de la naturaleza y fundiéndose con ella en una sola energía.
Ahora, lo que mas me gusta es el silencio, hasta hace poco, había días enteros que me daba cuenta que no había pronunciado ni una sola palabra. Hay días en que ni yo misma me escucho, solamente puedo percibir el ruido de los coches al pasar por la calle o muchos otros, como por ejemplo, al caer el sol, el canto de los pájaros despidiéndose al irse a dormir a sus nidos.
Ahora mi silencio está roto porque sigo cantando, porque ahora canto mas que nunca; con las melodías se va el dolor, con la música se limpia mi espíritu, con la magia de los silencios de negra, o corchea, o blanca o redonda mi alma encuentra paz... una paz que me regala Abel siendo parte del silencio.
Hay veces que los amigos son los que nos hacen recordar detalles que teníamos guardados; mi amigo Nacho me recordó lo hermoso que es escuchar el silencio de los que ya no están físicamente.
Yo le dije que aunque es muy duro ya no escucharlos reír, hablar, cantar o leer en voz alta, si cerramos los ojos y escuchamos con el corazón podemos escuchar hasta su silencio.
El silencio nos dice mucho de una persona, a mí el silencio de Abel me enseñó y me sigue enseñando que lo que nos mueve es el amor, el amor a la vida, a los seres humanos, a la naturaleza, Abel me ha enseñado que aunque no lo pueda escuchar cerca de mí físicamente si puedo escuchar su silencio, y éste, al ser parte de él, también es maravilloso.
Hoy sigue habiendo silencio en mi hogar, pero no me espanta, no me aturde, no me asusta; lo gozo, le doy la bienvenida, porque ya forma parte de mis cuatro paredes, porque sé que en cada momento de silencio Abel me sigue hablando, se sigue comunicando conmigo y en esos largos periodos sigo encontrando a ese bello ser que es Abel y que es todo amor.