sábado, 28 de mayo de 2016

"La oportunidad de vivir"

Hay grandes maestros en la vida de cada uno de nosotros, maestros que se reconocen fácilmente, otros que están un poquito más ocultos y otros que sencillamente no se ven, pero todos, absolutamente todos están.
Mi mente a veces está confusa y busca una serenidad en el exterior que obviamente no encuentra porque no depende de lo que me rodea esta serenidad, sino que yo sea capaz de encontarla en mi interior.
Estos días han sido especialmente emotivos,: recordando el regreso a La casa de las estrellas de mi alumno David, el diagnóstico de Abel, el clima que me trae a la memoria tantos y tantos recuerdos, olores que al cerrar los ojos me transportan a mi casa en Puebla, los preparativos mismos de un viaje que este año es muy especial...
Y también la noticia punzante de la enfermedad de una persona muy joven, de un niño, de una criatura de tan sólo 15 años que ahora tiene que luchar contra el "lyme"; enfermedad de las llamadas "raras" y que además se esconde bajo síntomas extremos de cuerpo y mente.
Desde que sus padres me diero  la noticia estuve informándome... lo que podamos imaginar no es ni una milésima parte de lo que está padeciendo esta criatura y su familia.
Afortunadamente tiene cura, pero es un camino largo, tortuoso y caro.
Y es cuando veo que la vida es un regalo precioso.
A veces me canso de escuchar a gente decir "la vida es una mierda"...
Y tengo seres de luz que me enseñan en vida que no, que con todo y sus malas jugadas, "la vida es bella".
Y me aferro a este -casi mantra- para seguir y encontrar desde lo más profundo de mi ser esta belleza.
Ahora, en contemplación a este regalo de Dios, que es mi hijo, estoy fuerte, pero también más sensible; encontrar el equilibrio es lo que hay que hacer.
Lo primero es respirar, como decía Abel, quien no respira se muere...
¿Cuántas veces somos conscientes de que andamos por el camino con la respiración contenida?.
Ya versa el poema de Santa Teresa de Calcuta: "la vida es una oportunidad, aprovéchala".
Pues eso, hay que disfrutar de lo bueno, para que cuando llegue lo malo estemos fuertes para resistirlo.