lunes, 8 de diciembre de 2008

Un largo Domingo de descanso

Esta es una de las últimas fotos que le tomé a Abel. El 8 de Diciembre de 2006..
Como podeís ver, aunque sonríe se encontraba muy cansado y sin embargo, siempre me regalaba una sonrisa...
...su eterna sonrisa... es uno de los mejores regalos que conservo de él.
Por estos días, hace exactamente en el 2006 estaba sometiéndose a unas inyecciones de nombre raro para estimular la médula y producir mas células madre y poder realizar la extracción para el posterior autotrasplante, que era el último recurso que le quedaba debido a que no se encontró compatibilidad entre la información genética de su hermano, ni tampoco un donante no emparentado.
La doctora Pujol nos explicó muy amablemente los pasos meticulosos que seguirían para poder realizar la extracción.
Le dio a Abel un texto para que lo leyera atentamente acerca de los síntomas que tendría a partir de aquellas inyecciones, los pasos a seguir para poder realizar la extracción y miles de detalles que se escapan a veces del entendimiento de los que no hemos estudiado medicina...Tuve que leerlo yo en voz alta porque todavía no le habían desaparecido las trombosis de los ojos y no llegaba a leer bien y mucho menos esas letras tan pequeñas.
La doctora me preguntó si era profesora porque le daba el tono exacto a las frases... siempre me ha gustado leer en voz alta...
Nombres complejos, rocambolescos que se resumían en dolores musculares, dolores de huesos y fuertes punzadas en la cabeza como me lo explicaba Abel.
Era evidente que su médula estaba fabricando mas células de las acostumbradas porque comenzaba a tener exceso de oxígeno y eso era lo que provocaba que su corazón fuera mas rápido de lo normal... eso no se lo explicaron...y él lo sintió...
Cuando nos dieron las inyecciones le comentaron que no era difícil, en realidad se trataban de inyecciones como las de insulina para diabéticos, y que se las podía poner él mismo, pero en el momento de la verdad Abel me pidió que se las pusiera yo...
Nunca en mi vida había inyectado a una persona, pero no me tembló la mano; recuerdo fielmente que Abel me dijo: tú podrías haber sido una enfermera excelente porque ni te da miedo la sangre, ni curar heridas, ni inyectar... no lo sé... posiblemente me movió el Amor mas que la valentía...
Ese día 8 de Diciembre estábamos tranquilamente en casa, yo a la expectativa de sus reacciones ante las inyecciones y él platicándome acerca de lo que podía pasar y lo que no podía pasar a partir del autotrasplante...
Ese día, con toda la fuerza de su corazón me dijo: "Mi amor si esto, que es el último recurso que nos queda, falla; no quiero regresar al hospital... quiero morir en mi casa y que le den por saco a los doctores..." esas palabras me dolieron muchísimo, pero mi corazón estaba lleno de Fe y le sonreí y le contesté: "no pienses en eso, no siempre dices que Pedir y se os dará... pues tú pide, porque todavía tienes muchas cosas que hacer entre nosotros"...
Ahora estos recuerdos me ahogan, pero quiero pensar y sobre todo sentir que Abel era un Alma Grande y como tal, ya no tenía nada pendiente y que... si... lo necesitamos muchísimo, pero creo que ahora si está realizando un verdadero trabajo como él quería; aquí éramos demasiado necios, demasiado densos para donde él quería llegar en nuestro interior...
Le echo de menos, demasiado... mi corazón se siente roto en millones de fragmentos, pero hay algo que me grita que Crea, que siga teniendo Fe, que siga cerrando los ojos y dibujar una sonrisa en mi rostro porque Abel vive en nosotros.
Porque él nos guía para encontrar la tranquilidad y serenidad necesaria para seguir el camino, porque con sus bellas frases suenan en mi interior y todos los días amanece un nuevo día; porque su Amor vive en mí cada momento de mi existencia, y mas aún en un tranquilo y apacible largo Domingo de descanso.