La reina de un lejano país convocó un concurso de pintura y ofreció premiar la obra que mejor representara la Paz Interior.
Rápidamente se propagó el entusiasmo por toda la corte.
El día de la exposición se presentaron muchos cuadros:
Algunos eran paisajes marinos, que contenían muchísimos tonos azulados, otros presentaban verdes valles soleados, repletos de flores de diversos colores y múltiples formas. Otros eran ríos de aguas puras y cristalinas que saltaban sobre las rocas. Algunos decidieron dibujar sonrientes niños jugando en parques infantiles.
Hubo además, quien pintó una tormenta, en un mar de inmensas olas y cielos cargados de oscuros y densos nubarrones de los que brotaban rayos amenazadores.
Cada cual tenía su favorito, sin embargo, todos se sorprendieron cuando la reina, sin dudarlo apenas, eligió el cuadro de la tormenta como el ganador.
-¿Por qué escogió esa obra Majestad?- le preguntaron.
-La paz...-respondió ella pausadamente- la verdadera paz es la que se elige vivir durante la peor tormenta. Quien escoge mantener la serenidad enmedio de las aguas revueltas podrá mantener su rumbo y no será llevado por los remolinos hacia donde no quiere ir.
Las tormentas fortalecen a quienes escogen la serenidad.