viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo de 1999

"La respuesta cultural en el caso de la muerte de alguien, por ejemplo, es diferente en cada tiempo y en cada lugar.
Hay reglas, costumbres y rituales para enfrentar la pérdida de un ser querido que son determinadas por la sociedad y que forman parte integral de la ceremonia del duelo.
Pero a pesar de las diferencias, en cualquier entorno el proceso del duelo normal induce a liberarse de algunos lazos con la persona fallecida, lo cual es indispensable para reintegrar al que queda al ambiente donde la persona ya no está y construir nuevas relaciones para conseguir reajustarse a la vida normal.
Esta actividad requiere mucha energía física y emocional, y es común ver personas que experimentan una fatiga abrumadora. Este agotamiento no debe caratularse de depresión sino muchas veces de los efectos transitorios de un duelo normal". (del libro "El camino de las lágrimas" de J.Bucay).
Hace once años vi por primera vez a Abel; fue un día de reflexiones para los que somos cristianos, me sentía un tanto apesadumbrada por lo que vivió Jesús, uno de mis mejores amigos, pero cuando mis ojos se posaron en Abel, di gracias al Señor por haberme bendecido.
Fue amor a primera vista, desde ese momento supe que sería mi compañero y sentí que sería el amor de mi vida. Fue algo mágico, algo que no logro describir con palabras y lo poco que puedo relatar es que una gran luz del cielo lo iluminó y todo lo demás no existía para mí.
Es cierto, no fue una ilusión; todo se tornó oscuro menos él y su hermosa sonrisa.
Tenía las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros y su ceño fruncido porque el sol le molestaba un poco, observando todo lo que tenía alrededor en absoluto silencio,pero esa sonrisa -en un principio tímida- fue la que me entusiasmó y me llevó a querer conocerlo verdaderamente.
No cruzamos palabras, de hecho lo vi escondida tras una ventana con la persiana puesta en posición de lamas, por aquellas rendijas pude descubrir la belleza física de aquel ser celestial y mas adelante, en un tranquilo paseo fui corroborando el maravilloso milagro del Amor.
Si, sigo en el duelo, mi vida se está reajustando para poder vivirla con alegría, optimismo, ecuanimidad y opción a nuevas experiencias.
Pero siento que mis lazos con Abel siguen siendo fuertes, y mas fuertes son ahora porque ya no hay una limitación física que nos lleve a ello; vivimos entrelazados a través del amor y eso es lo mas fuerte que existe.
Hoy desde que desperté me sentí especialmente sensible, recordando que hace 11 años Dios cruzó nuestros caminos y me brindó la mayor bendición que existe; por eso y todo lo que viví en la vida fisica de Abel me puedo dirigir a Él con menos enfado por habérselo llevado para cumplir con el plan divino.