"La sensibilidad implica ser sensible a todo lo que nos rodea: a las plantas, a los animales, a los árboles, al cielo, a las aguas del río, al pájaro que vuela; y también a los estados de ánimo de las personas a nuestro alrededor, al extraño que pasa cerca de nosotros. Esta sensiblidad genera la cualidad de una respuesta generosa, no calculada, que constituye la verdadera moralidad y conducta. Siendo sensible, el niño tendrá una conducta abierta y sin reservas, por lo tanto, una simple sugerencia por parte del maestro será aceptada fácilmente, sin resistencia ni fricción alguna.
Como estamos interesados en el desarrollo total del ser humano, debemos comprender sus impulsos emocionales, que son mucho mas fuertes que cualquier razonamiento intelectual; tenemos que cultivar la capacidad emocional y no contribuir a reprimirla. Cuando comprendemos esto y, por consiguiente, seamos capaces de tratar tanto con los problemas emocionales como con los intelectuales, no habrá ninguna razón para temer abordarlos.
Para el desarrollo total del ser humano, se vuelve indispensable la soledad, como un medio para cultivar la sensibilidad. Uno tiene que saber lo que es estar solo, lo que es meditar, lo que es morir; y las implicaciones de la soledad, de la meditación, de la muerte, sólo pueden ser conocidas si uno las anhela. Estas implicaciones no pueden ser enseñadas, tienen que ser aprendidas. Uno puede indicar, pero aprender a base de lo indicado no es experimentar la soledad o la meditación. Para experimentarlas, uno debe hallarse en un estado de investigación; sólo una mente que investiga es capaz de aprender. Pero cuando la investigación es suprimida por el conocimiento previo o por la autoridad y la experiencia de otro, el aprender se vuelve mera imitación, y la imitación hace que un ser humano repita lo aprendido sin experimentarlo." (del libro "El arte de vivir" de Krishnamurti).
Nuevamente la inspiración me llevó a abrir este libro en la página donde aparecen estas frases... son tan parecidas a lo que me decía Abel!!. Y no me extraña, Abel comenzó su aprendizaje y su introspección con Krishnamurti, algo que les sorprendió a todas las personas con las que convivía y con las que conversaba sobre estos temas, porque lo veían demasiado joven para comprender las frases tan rebuscadas de este personaje.
Sin embargo, Abel siempre mantuvo su interés por el conocimiento interno, la observación sobre uno mismo y el experimentar constantemente acerca de todos los detalles de la vida y mas allá... Leer estos libros para él era un despertar a algo que él ya conocía pero que todavía no era totalmente sabido por su conciencia... por eso sigo preguntándome acerca de si la reencarnación existe...
Abel buscaba mucho la soledad como un medio para observar, experimentar, preguntar y responder... esa introspección y esa búsqueda interna lo llevaba a pasar horas y horas en completo silencio y soledad, incluso mucho antes de su enfermedad... era un eterno buscador de experiencias.
Creo que uno de los detalles que mas me admiró de él (a pesar de ser yo en ese entonces muy parlanchina) era su capacidad de silencio y contemplación. Cuando lo conocí (como ya lo he dicho en otras ocasiones) dijo técnicamente una sola palabra en las mas de cuatro horas que estuvimos conviviendo... me maravilló, sencillamente fue como una especie de encantamiento que me hizo y que después, al despertar reaccioné sintiendo que era el Amor de mi vida... y no me equivoqué.
Ya en casa también buscaba sus propios espacios para conectar con su Yo y eso también me encantaba y por supuesto se lo respetaba. Me enamoré de él por ser como era y quiero decir (con toda la humildad del mundo) que en ningún momento intenté cambiar su esencia; ya que fue eso precisamente lo que me hizo amarlo desde el primer día que mis ojos se posaron en su hermosa figura.
Cuando venía el buen tiempo, cuando por fin llegaba la Primavera nos íbamos al Parc Catalunya con un libro bajo el brazo, nos sentábamos frente al lago y comenzábamos nuestras lecturas que nos llevaban por caminos insospechados... qué experiencias tan inolvidables!... el sol era nuestro eterno compañero, de repente el graznido de un pato rompía nuestro propio silencio y nos mirábamos mutuamente rompiendo en una discreta risa... todos estos detalles me gusta recordarlos y creo que cada vez los recuerdo sin tanta añoranza, es decir, sin dolor de por medio por el sentimiento de la pérdida. Los recuerdo puros, sin un atisbo de tristeza; los recuerdo como fueron: lindos, tiernos, serenos, apacibles...
Muchas personas me han comentado que tenía una mirada muy serena...y si... era una mirada que nos envolvía a todos los que convivíamos con él de una manera muy especial; era como si sus ojos irradiaran esa paz y esa belleza espiritual que llevaba por dentro; era toda luz, y sigue siendo aunque en otra forma.
Sigue en silencio, sigue en soledad y sin embargo, lo siento muy cercano, su energía me envuelve y me siento protegida, acompañada.
Las personas que no lo conocieron personalmente no sé si pueden llegar a imaginarse lo hermoso que era el silencio de Abel, lo excepcional que era verlo en soledad sin que él se diera cuenta, lo maravilloso que era para mí contemplarlo con un libro en la mano sentado en su estudio con el sol acariciándole suavemente la piel en un día de Primavera... aún enfermo siguió la búsqueda, siguió experimentando mas que nunca; sensible a la soledad, sensible a la meditación e incluso, sensible a la propia muerte.