sábado, 23 de febrero de 2008

"Los Chicos del Coro"

Hoy quisiera compartir con ustedes un pensamiento que desde hace tiempo me viene rondando la cabeza, tal vez no es el sitio adecuado, porque éste es un blog dedicado a Abel, pero como soy su "compañera en el camino", creo que también tiene que ver con Abel y su gran enseñanza como Gran Maestro que es y cómo, con su amor y su constancia a la vocación de servir ha sido y seguirá siendo una inspiración para mí.

Desde que comencé a tomar clases en el Conservatorio de Puebla, una de mis mayores ilusiones era formar parte de un coro, era muy pequeña en ese entonces y cuando me seleccionaron para cantar en el coro de niños en la ópera Pagliacci, fui muy feliz.

Pasaron los años y mi vocación se iba perfilando; cada día me gustaba mas enseñar, sobre todo a niños, inicié haciendo sustituciones de profesores del Conservatorio a muy corta edad; y a mi mamá le causaba mucha gracia ver a una niña de doce escasos años dando clases a niños que a lo mejor alguno de ellos eran mucho mas grandes que ella.
En ese entonces me sentía feliz, pero ahora, echando marcha atrás en los años, me pregunto cómo le hacía yo para mantener la disciplina, el orden y sobre todo el respeto hacia la persona que tenían delante...
Así siguieron pasando los años y ahora estoy aquí, con mucha ilusión y amor por mi profesión.
Un día un compañero de la clase de Pedagogía del Conservatorio de Barcelona comentó que un profesor de música es un artista frustrado, ya que se dedica a la docencia porque no encuentra salidas profesionales con su instrumento; yo estoy en total desacuerdo y en nuestra escuela creo que el cien por ciento de los profesores amamos nuestro trabajo y todo lo que ello conlleva.

En 2006 comenzamos a preparar un repertorio para cantarlo junto con la escuela de Granollers, era un repertorio muy variado y muy atractivo para todos los niños.
Afortunadamente pudimos comenzar una nueva clase con los grupos de tercero y cuarto de lenguaje musical: Canto Coral.
Tenemos media hora a la semana como complemento a la clase de lenguaje y es una de las mas preciosas experiencias y sobre todo, una de las clases que mas había soñado desde hace mucho años tener bajo mi tutela.

Una de las canciones era “Vois sur ton chemin” de la película de Los chicos del Coro. La comenzamos a preparar a dos voces y a los niños y las niñas les encantaba. Teníamos que preparar el resto de canciones, sin embargo, cada día me pedían cantarla, incluso algunas niñas querían tocarla en su clase de Piano.

En ese entonces el grupo de cuarto año era un grupo bastante difícil, en el sentido que era muy diverso en actitud, tenía de todo, niños y niñas con aptitudes pero con pocas ganas, niños y niñas con aptitudes y con muchas ganas de aprender, niños y niñas que tenían menos aptitudes pero con una voluntad de acero, y otros –afortunadamente-pocos y pocas que no querían sencillamente porque no querían.
Aún así, salimos adelante, debo reconocer que muchas veces les di “la charla” acerca de lo que conllevaba tener la responsabilidad de preparar un concierto, lo que les beneficiaría tarde o temprano, aunque ellos y ellas no fueran concientes de ello; muchas veces me enfadaba porque no tenían el mas mínimo hábito de disciplina y responsabilidad; pero después, cuando los escuchaba cantar pensaba: "¡vale la pensa seguir luchando!". En muchas ocasiones tenía que tragar gordo porque los ojos se me llenaban de lágrimas, me emocionaba mucho escuchar aquellas voces tan angelicales que de vez en cuando se portaban como unos verdaderos "bichos".

Uno de aquellos días, estaban un poco revolucionados, y uno de ellos fue David, que en ese año ya cursaba el cuarto año de lenguaje musical, y su broma consistía en tocarle el hombro a su compañero Jordi (alumno de tercero) y asomar la cara por el otro lado.
Cada vez que lo hizo yo lo pillé, y no le decía nada, pero en una de las ocasiones, antes de que Jordi se quejara le llamé la atención con un “David...” mirándolo fijamente a los ojos, la sonrisa que reflejaba su cara se tornaba seria, como avergonzado por lo sucedido; no lo hizo mas.

Cuando terminó la clase y todos estaban poniendo las sillas en su sitio, me acerqué a él y le dije: “David, saps que ets un nen molt maco, molt responsable i que ets un dels millors alumnes que tinc, cantes molt bé i la teva veu la necessito perquè m’ajudes molt amb als que estàn una mica desafinats, però no vull que tornis a portar-te malament perquè si tú, que ets dels millors es porta malament, a llavors la resta continuarà portant-se malament”. Con seriedad me dijo “val, d’acord” y salió de la sala muy sereno y con la mochila en la mano.

Fue la última charla que tuve con David... después ya no volví a hablar con él... pasó lo de Budapest...


En los días consecutivos me sentía mal porque le llamé la atención, porque pensaba que tal vez le había dado una responsabilidad que no era correcta, como la que es que diera el ejemplo a sus compañeros como uno de los mejores alumnos que tenía, pero ¡es que lo era! y también tenía ganas de decírselo, que supiera lo importante que era para mí su presencia y su colaboración, como la de todos y cada uno de mis alumnos.
Después pensé que me hubiera gustado tener el recuerdo de que la última conversación con él fuera agradable, graciosa o simpática y no la que tiene que ver con disciplina y buenos hábitos.
Pero al mismo tiempo me venía a la cabeza que todo lo vivido en la relación entre ambos nos ha servido a los dos; quiero pensar que mi responsabilidad como profesora va mas allá de enseñar las notas musicales , y que también estoy para enseñarles un poquito acerca de la vida; y que a partir de las experiencias vividas aprendamos todos; ya que siempre he tenido la filosofía de que en cada uno de ellos encuentro a un gran maestro de mi vida; y porque en resumen, todo lo que vivimos es parte de nuestra vida, sea positivo, negativo, triste y alegre, nos vamos perfilando siendo cada vez mejores y ser felices con nuestros actos y vivir en paz con el prójimo.

Recuerdo una escena de una de mis pelís preferidas: “Más allá de los sueños” donde Robin Williams está recordando momentos vividos con su hija, y recuerda que a su hija le gustaba mucho jugar al ajedrez, pero nunca le podía ganar a su papá. Entonces Cubba Gooding Jr. , que es la ángel con el que está hablando le pregunta: “¿y ganó algún día?” –insinuando si en alguna ocasión la dejó ganar y él le contesta: “no, no llegó a ganar”... creo que con esto explico mi actitud con David...

...Desde que salió la película “Los chicos del coro” vi mucha similitud con nuestros alumnos, obviamente en circunstancias muy diferentes, pero con algunas similitudes; existe siempre la posibilidad de tener alumnos indisciplinados, alumnos con muchas aptitudes, alumnos indiferentes; pero pienso que lo importante es la convivencia entre todos y que mediante la música puedan llegar a gozar esos momentos, y si en algo les cambia un poco la vida, ya es ganancia, a mí me la ha cambiado, y mucho.

Me imagino que cada profesor tiene en cada clase unos "chicos del coro” y creo que por eso a mis alumnos les gustan tanto cantar “Vois sur ton chemin” y a mí vivir con su enseñanza de amor por la vida.