domingo, 3 de febrero de 2008

La huella de Abel (trece meses)


Después de exactamente trece meses, como siempre, sigo emocionándome por todo el cariño que las personas le tienen a Abel, aún con el paso del tiempo; Joan provocó en mí muchas lágrimas, pero , como dice mi gran amigo Nacho Rovira: "le agradezco porque me volvió a hacer sentir, a emocionarme" y a sentir que aunque Abel ha marchado físicamente, todo lo bueno de él está aquí con nosotros mejorando día a día nuestras vidas.Aquí les comparto lo que le dedicó a nuestro amado Abel:


LAS PERSONAS QUE CAMBIAN NUESTRAS VIDAS
Hace ya muchos años cuando todavía era un adolescente, un conocido me animó a que asistiera a una clase en un centro de Yoga.
Recuerdo las miradas de los profesores al finalizar la clase; el último ejercicio consistía en una meditación que yo nunca había practicado. Todos mis compañeros se habían levantado y yo seguía en una especie de trance hipnótico, simplemente en mi mente había desaparecido el lugar, mis compañeros e incluso yo mismo.
Uno de los profesores muy espontáneo me dijo que en mi anterior vida había sido yogui. Ese comentario me hizo sentir miedo. En esa época el concepto de secta estaba muy en boga así que no volví.
La vida misma o simplemente nuestras decisiones hacen que nos ocurran hechos o conozcamos personas que cambien nuestra vida.
Fue hace unos 4 años cuando empecé a tener problemas de cervicales. Mi trabajo en el consultorio era extenuante y mi espalda estaba pasandome factura. Descansaba mal por las noches por culpa del lacerante dolor.
La decisión fue estudiar algo que pudiese sacarle provecho en el consultorio y así poder reducir los tratamientos de Medicina Alternativa.Opté por la Homeopatía pero no acabó de funcionar.
Un día leyendo una revista de Salud vi un anuncio donde presentaban un curso de monitor de yoga, y dos años después obtenía el titulo.
Abel Nortes, el profesor que me impartió las clases me propuso pasarme un grupo suyo en Sabadell y acepté. Al fin y al cabo era una oportunidad de oro. Dos años después llevaba cuatro grupos suyos de yoga y se me habían multiplicado los alumnos!.
Abel se estaba muriendo de leucemia y discretamente no me había dicho nada.
Cuando nos veiamos le notaba frágil de salud y sus cada vez numerosas bajas me hacían pensar que quizás tenía planes profesionales ocultos.
Hace cuatro años que gracias a su sabio consejo estoy trabajando en un lugar muy especial y donde estoy muy bien considerado y porque no decirlo muy bien pagado. Allí ejerzo de Profesor de Yoga e imparto muchas más clases de otras muchas técnicas donde me hace desarrollarme profesionalmente pero sobretodo como ser humano.
Hace pocos meses una ex-alumna de cuando empecé en Sabadell se presentó una de mis clases y me dió la noticia. Abel había fallecido.
Comprendí el por qué poco a poco fue dejándome su trabajo; sus silencios cuando le decía que había de cuidarse o abrigarse más. Ese abrazo espontáneo en la calle y en medio de una acera atestada de transeuntes cortandoles el paso.
Aprendí muchas cosas de él: Me enseñó a no creer en las escuelas sacadineros, las enseñanzas más sublimes pueden venir de un sólo gran Maestro.
Trabajar con independencia a las corrientes y ser autodidacta por siempre jamás.
Respetar y escuchar a tus alumnos porque son también una fuente de inspiración.
Luchar con la discreción de un sabio y la fuerza de un león ante la enfermedad.
Te debo mucho y así siempre te lo dije Abel, quizás ya habías cumplido tú objetivo entre nosotros, pero podías habernos entregado mucho más.
Estoy seguro que fue algún error y nos dejaste mucho antes que terminara tu papel en nuestro mundo. Me queda la esperanza que un buen día, cuando aparezca en mi vida un guía le mire a los ojos y te reconozca.

OM SHANTI OM
Joan U.