Son las dos de la madrugada, el día de hoy he estado un poco tocada de la garganta y al despertarme no pude hablar, estaba afónica (no te asustes madre, estoy mejor!). Estoy muy cansada, sin embargo, ahora mismo no puedo dormir, me vienen muchos recuerdos de Abel; mi amigo Nacho escribió en su blog la reseña de una maratón que fue a hacer y me hizo recordar algunos detalles de mi vida con Abel.
Todos lo que me conocen desde peque, saben que me gustaba mucho el atletismo, me pasaba muchas horas en la pista del CENHCH (mi escuela de casi toda mi vida), sobre todo los sábados; mi papacito me iba a dejar a las ocho y media de la mañana y me recogía mas o menos a las doce y media, cuando regresaba de desayunar con el Inge Ayala (que cosas tiene la vida... las tres personas que he nombrado han marchado físicamente...); bueno, prosigo: un día de verano, cuando ya estábamos casados, me puse los tenis (bambas o zapatillas) y justo cuando iba a salir veo que Abel también se pone los suyos (o las suyas) y le pregunto: “¿pero qué haces, si a ti no te gusta hacer “footing”? y con una sonrisa en los labios me contestó: “ahora si, porque lo haremos juntos”, y salimos de casa.
Cuando íbamos mas o menos por el kilómetro 5 tuve que detenerme porque las fuerzas me fallaban y él increíblemente, con mas resistencia que yo, siguió adelante y viendo que no le seguía el ritmo, se giró y sin parar me dijo con otra sonrisa acompañada ahora de una risa muy simpática y compasiva: “venga, cariño, vamos, que tú eres muy valiente!”.
Terminé hecha un Cristo, y Abel muy satisfecho porque aunque desde chiquito no le gustaba hacer ejercicio tan brusco (de hecho era portero del equipo de su cole porque no le gustaba correr), aún así tenía la condición para seguir y seguir y seguir el camino...
Un suspiro ha pasado desde entonces, me vuelvo a emocionar, vuelvo a sentir ese calorcito agradable que se siente cuando alguien te acompaña en el camino, de hecho, Abel siempre me dijo que yo sería eternamente “su compañera en el camino”; por eso ahora lo siento muy cercano, porque aunque con formas diferentes, seguimos juntos, seguro que él con mas fuerza que yo, con mas resistencia, como aquel primer día de salir a hacer footing.
Él sigue girándose y diciéndome. “¡venga cariño vamos, que tú eres muy valiente!”.
miércoles, 13 de febrero de 2008
"¡Venga cariño, vamos que tú eres muy valiente!"
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