jueves, 18 de marzo de 2010

Con el alma rota


Mi hermoso Abel:
Muchas ideas me vienen a la cabeza desde hace días... ¿será que ahora me encuentro mas serena en cuanto al trabajo profesional y me estoy volcando nuevamente en mis adentros?
Hoy ha sido un día especial, difícil, pero al mismo tiempo bonito porque tuvimos la fortuna de compartir la comida con tu sobrino, quien va a casa de tu padres cada jueves.
Y digo difícil porque hoy es cumple de tu mamá y otro 18 que no estás físicamente con nosotros para disfrutarlo.
El 15 tuve el gran concierto de Luz de Gas... ya sabes todo lo que te eché de menos.
Pero me volvió a pasar lo que siempre hablábamos tú y yo... a ver si me se explicar bien; porque tú seguro que ya sabes qué quiero decir, pero las personas que siguen tu blog no.
Tenía nervios de todo tipo: por el gran compromiso, por el repertorio que no era nada fácil, porque tenía muchas ganas de cantar, porque no sabía cómo iba a responder la gente y por miles de sensaciones mas. Y sin embargo, en cuanto pisé el escenario y di la primeras notas -como siempre- Carmen desapareció.
Es como si me desenchufaran de mi vida y me conectaran a otra memoria paralela; la que sufre porque a su amado lo van a fusilar, la que está desesperada porque hay un soldado que la quiere con locura y ella ama al torero, la que ha sufrido un desamor por su Juan Pedro, la que felizmente canta un pasodoble con su amado, la que añora la compañía de su padre y la que por fin ha podido despedirse y darle las buenas noches a su amado en los suburbios americanos...
Todas estas heroínas han pasado por mi piel y de todas aprendo cada vez que las interpreto; pero hay una fuerte verdad en todo ello y es que sigo siendo la que perdió a su papá en 15 días de enfermedad y no pudo despedirse de él y la que casi 6 años después fue separada cruelmente por el gran Amor de su vida...
Dicen que cuando canto algo dramático lo "bordo"... ¿será que es porque el dolor habla mas por los poros de mi piel que mi propio entendimiento acerca de los personajes?.
Sigo sintiendo el alma rota, y creo que por eso canto con todas mis fuerzas... porque dicen que: "quien canta sus males espanta"... creo firmemente en ello....
No quiero hacerme la mártir ni mucho menos... ahora soy feliz, porque es verdad. Porque pongo amor en todo lo que hago, o al menos lo intento con todo lo que tengo; porque disfruto tocando el piano (aunque sea en los funerales), porque me encanta tocar el clarinete y mis ejercicios de escalas "pa'rriba y pa'bajo"; porque la vocación de pedagoga musical es uno de los pilares de mi existencia y porque cuando canto siento que todo ese dolor, sufrimiento, congoja, pasión y amor le sirve a otras personas.
Sabes que el cantar va implícito en mí y que nunca me he imaginado de otra manera... pero no lo sé... tampoco me imaginaba mi vida sin ti y ya ves... creo que al fin y al cabo, Dios mueve nuestras fichas de una manera -para nosotros- muy caprichosa; pero supongo que no es así, que lo tiene bien calculado para que seamos mejores seres humanos.
No te sientas triste por mí, he aprendido a soportar casi todo y si en algún momento me pongo melancólica, con ver el amanecer, o las ramas de los árboles moviéndose caprichosamente con el vaivén del viento de la primavera que ya se acerca, o con las sonrisas de mis niños que me dan la bienvenida después de días de no vernos por mis compromisos "sopraniles", la tristeza se me apacigua y entonces me convenzo a mí misma de que el que no estés físicamente no quiere decir que no estés.
Y así seguiré pegando los trocitos de mi alma rota, con tu sonrisa en mi recuerdo.