jueves, 11 de octubre de 2012

Una nueva sopresa

Abel  y el Yoga

Tu voz llega hasta nuestra alma,
tu voz me da paz y armonía,
tu mirada limpia y pura me calma.

Eres muy grande para nosotras,
eres ese manantial de amor y de paz,
eres doctor del alma,
eres muy grande
pero tu humildad te hace ser aún mas grande de lo que eres.

Sigue así ayudando a la gente.
Y transmitiendo ese amor universal que tú sientes
hacia todas las cosas.

A nosotras nos has enseñado mucho con el silencio,
con tus charlas,
con tus cuentos y sobre todo
con las relajaciones y la meditación.

Sigue dando todo lo que tú das,
que es lo más grande que pueda haber:
"El amor universal".

22 de julio de 2004
tus compañeras de Yoga.


Ángel mío, precioso ángel:

Este gran regalo para ti me lo entregó tu alumna Montse, que seguro la escuchas cuando te habla quedito y a solas.
Pues bien, no sólo ha sido un regalo para ti, sino también para mí... especialmente para mí...
Y es que cuando seguimos hablando de ti lo seguimos haciendo con todo el amor que tenemos en nuestros corazones, con el recuerdo de tu obra y con todo lo que nos dabas en vida y lo que nos estás dando en tu nueva forma.

Tal vez ahora dicen que mi vida no es la misma contigo... ¡qué equivocación!.
Ahora que me mandaste al dulce Nicola, siento aún más nuestro amor; porque... ¿qué mas grande amor, que el amor espiritual y del alma?.
Porque nosotros nos seguimos amando así.
¡Qué gran dicha de tener el gran amor allá en el Azul!.

Tal vez algunas personas no me entiendan, no comprendan ese sentimiento inmenso y eterno que siento por ti... espero que algún día lo comprendan; y si no es así... no importa... tienen toda su vida para seguir dudando...yo no... yo no dudo; sigo sintiendo lo mismo, sigo emocionándome al ver tu dulce mirada ahora sólo en fotos; sigo relajándome cuando escucho tus grabaciones y sigo sonriendo cuando veo tus vídeos.

Sigo adelante, sigo caminando como me dijiste; sigo paso a pasito, sintiendo los empujoncitos que me das o sencillamente tu acompañamiento a veces al lado, a veces delante y muchas otras cuidándome las espaldas.

Gracias precioso ángel... gracias por haberme enseñado la luz en medio de la oscuridad; porque me has enseñado nuevamente a amar aquí en la tierra.