"Hola Carmen!
Hace tiempo que quería escribirte y agradecerte la felicitación que nos enviaste por Navidad con la imagen de Abel. Me hizo mucha ilusión, pues es un bonito recuerdo y una forma mas de tenerlo presente.
Si te digo la verdad, me acuerdo mucho de él, y me consta que lo mismo le sucede al resto de sus alumnos y alumnas, pues fué una persona que dejó huella y que aún hoy nos acompaña en muchos momentos. Personalmente, aún escucho la cinta de Mantras que nos proporcionó y recuerdo sus clases con añoranza porque sus enseñanzas iban mas allá del Yoga; transmitía valores, paz y serenidad. Con él descubrí un nuevo camino para avanzar como persona; de hecho me hizo ser mejor y creo que su energía aún nos acompaña a aquellos que le conocíamos, especialmente a ti, mucho mas cercana a él.
Te deseo lo mejor. Un fuerte abrazo con todo mi cariño.
Gracias
Paquita"
Esta preciosa carta la recíbí un día después del 28º mes de la partida de Abel... me conmovió a tal grado que las lágrimas salían mientras iba leyendo estas líneas.
Muchas veces he pensado (con rabia, lo reconozco) que la gente poco a poco se va olvidando de Abel, que no han sabido reconocer su labor humanitaria y que han pasado página... ¡qué equivocación!... estamos aprendiendo a saber vivir con su ausencia y también a dejarlo que siga haciendo su labor de manera interna.
El ego es muy tramposo, y acepto que es una parte débil de mi persona... a veces me gustaría que se erigiera una gran estatua en su honor; pero me corrijo pensando y sobre todo sintiendo que eso no importa, que eso es lo de menos... que lo realmente importante es la labor sutil y diáfana que realizó a través de sus cortos pero fructíferos 28 años, 6 meses y 5 días.
Esta carta es una gran muestra de ello.
Había días que desconectaba el teléfono y me decía: "cariño, voy a grabar una sesión terapéutica para una alumna, por favor necesito silencio absoluto"... y se encerraba en su estudio, ponía música relajante y lo escuchaba por detrás de la puerta cómo iba, con su serena voz grabando la sesión... Nunca iba leyendo un libreto, sencillamente, con su sabiduría y su impresionante inspiración e imaginación lograba concretizar el objetivo. Las palabras le fluían como si eso lo hubiera hecho desde hacía mas de mil años... era... es un alma antigua...
Recuerdo cómo preparaba sus clases con mucha emoción y pasión; estaba en un aprendizaje contínuo, siempre investigando, concretando ideas para sus alumnas y alumnos; buscando recetas de flores de Bach para las alumnas que se acercaban a consultarle algún problema. Aún teniendo el tiempo muy calculado para sus clases debido a su éxito en todo Sabadell dando clases en mas de diez sitios, entre Clubes privados, Centros Cívicos y Asociaciones de vecinos siempre buscaba un huequecito para ayudar a quien le pedia ayuda o consejo... me gustaba contemplarlo dando consejos a personas de la Tercera de Edad, quienes aún con las experiencias vividas, buscaban en ese jovensísimo Instructor de Yoga un alivio a sus dolores sintomáticos o del alma...
Abel fue muy grande... es muy grande... sigue acompañándonos y marcando nuestra vida, intentamos por todos los medios de ser mejores, de vivir - aunque a veces sea de puntitas- pero creciendo como seres humanos e ir evolucionando desde lo mas profundo e intemporal.
Bien, este es otra parte de mis recuerdos vividos con Abel, su vida la llevó siempre de manera muy sencilla, y como dijo Gandhi, porque "viviendo de manera sencilla, sencillamente se puede vivir".(o algo así).