Hoy quisiera dedicar este post a todas aquellas personas que han conocido personalmente a Abel, ya sean amigos, familiares, alumnos y alumnas que creyeron en él como profesional y como la gran persona que era en vida.
El camino de Abel estaba muy bien marcado -según palabras de él mismo- no se veía de otra forma que no fuera aprendiendo, ayudando, auxiliando; brindando su ayuda desinteresadamente a todo aquella persona que se le acercaba para pedir consejo, consuelo o ayuda espiritual.
Hace un par de días recibí de manera consecutiva las llamadas de varias alumnas de Abel y entonces fue cuando gratamente pensé que Abel seguía siendo recordado y sobre todo querido y -aunque caí en la trampa del Ego- me sentí afortunada por ser testigo de aquel cariño incondicional que le siguen teniendo.
Aquí les presento un fragmento de un libro que le ayudó mucho para su camino profesional y espiritual; yo no lo he leído entero... me falta mucho para comprenderlo plentamente, pero estoy en ello:
"Practica la religión de corazón. Construye el edificio del amor.
El servicio desinteresado purifica el corazón y lo prepara para recibir la luz divina. Entrégate al servicio desinteresado.
Alienta al desesperanzado. Anima al deprimido. Seca las lágrimas del afligido. Disipa la tristeza del desconsolado con palabras amables y cariñosas. Haz a otro sonreír cuando esté desesperado.
Sé una luz para quienes se hayan desviado del camino. Haz de médico o de enfermero para con los pacientes afligidos. Sé una barca y un puente para quienes anhelan alcanzar la otra orilla de la inmortalidad y la carencia de temor.
Cumple con tu deber como mejor puedas y deja al resto en manos de Dios. Realiza todas las acciones de una forma desapegada con el espíritu de dedicación a la Divinidad. Entonces no te atarán tus actos y tu corazón se purificará.
Espiritualiza todas tus actividades. Deja que tus ojos miren con amabilidad, que tu lengua hable con dulzura, y que tu mano toque con suavidad.
Alimenta tu mente con pensamientos divinos, tu corazón con pureza y tus manos con servicio desinteresado. Permanece empapado en el recuerdo de Dios con una mente firme".(del libro "Senda Divina" de Sri Swami Sivananda).
Cuando leí este fragmento una ráfaga de energía me invadió por entera... estaba describiendo exactamente lo que fue la vida de Abel!!...
Desde que lo conocí vivía para aprender y servir... ese era su mayor interés... y me decía que "no podemos servir sin amor".
Este día es especial porque el 28 de Enero de 2007 nos reunimos un numeroso grupo de personas en torno a su recuerdo, sus papás, su hermano, su abuela materna, su cuñada, sus tíos Juani y Manolo, mi mamá, mi hermano y sus alumnos y alumnas fuimos testigos y experimentamos en nuestras propias carnes la fuerza del Amor de Abel... ese día hinundaba todo el recinto!!!...
Hubo lecturas, dedicatorias, poemas, música y al final una grabación de Mantras cantados por Abel; lo acompañamos con nuestras voces y -aunque no recuerdo exactamente los detalles de todo lo que pasó- si recuerdo fielmente la energía que fluía por todo mi cuerpo... una especie de serenidad discipó la tristeza y sentí mucha paz en mi corazón.
También quiero compartir con ustedes una carta que le escribió una de sus alumnas, me llegó por correo y cuando la leía la melancolía y tristeza se convirtieron nuevamente en paz y sosiego:
Querido Abel:
En el cielo hay ángeles, pero de vez en cuando, Dios, la energía divina o cualquier otro nombre para nombrar lo innombrable, decide mandar alguno a la Tierra disfrazado de persona para que recordemos quiénes somos.
Tú eres uno de esos ángeles y por eso tu camino aquí ha sido corto y prolífico.
Todavía puedo verte cuando venías a hacernos clases de Yoga al colegio, con tu traje blanco, reflejo de la pureza de tu alma. Es como si no te hubieras ido. Las clases que nos hiciste a mis compañeras y a mí eran estupendas. Daba gusto porque la serenidad que expresaba todo tu Ser nos calmaba. Aunque lo que mas me llegó de ti era tu extremada bondad y esa actitud de "no juzgar".
Cuando hacíamos Yoga nos transportabas a la cuarta dimensión donde todo es luz, paz y amor y entrega; donde no hay diferencias y nos reconocemos por lo que somos: seres de luz dentro de un cuerpo físico para aprender las lecciones que nos toca en esta vida.
Tu paso por esta vida ha sido corto, pero tu luz ha tocado muchos corazones y nos has dado esperanza de que en esta vida no todo es egoísmo y materialismo, sino que hay seres como Tú que con su ejemplo son como un faro en una galerna que guía a los barcos a buen puerto.
Yo te recordaré siempre, con esa cara serena a la vez que era tan sabia y esa mirada límpida que irradiaba amor, bondad, ternura; como si pudieras ver las miserias y quisieras consolar en lugar de criticar.
Se que no te has ido del todo, sé que estabas en el homenaje, feliz por vernos a todos dejando fuera el mundo y sintiéndonos hermanados por el cariño que te profesamos.
Y también sé, que ahora estás en Casa, que nos sigues inspirando mientras seguimos nuestro camino y que algún día, cuando lo acabemos estarás ahí para recibirnos con nuestros seres queridos. Ha sido un privilegio compartir un tiempo contigo.
Que Dios te bendiga y puedas consolar a los tuyos.
Sólo te digo ¡hasta pronto Maestro, sensei, amigo!, porque eso es lo que has sido.
Nos vemos en el cielo.
Un abrazo espiritual y sentido de tu alumna
Ana
Poco puedo añadir después de esta carta... solamente deciros: ¡Gracias a todos por su amor, de verdad que lo siento cada día que me despierto!