En la noche vieja del 2006 nos comimos las uvas en el hospital; no hubo brindis, ni deseos en voz alta.... sólo uno, y fue en silencio.
Lo demás que pasó fue un abrazo infinito lleno de amor, de ternura, que sigue alimentando mi corazón.
Me recosté en su pecho para escuchar su latido, lo abracé para sentir su calorcito.
Extremé el olfato para captar su aroma.
Me abrazó para protegerme de todo mal... tal vez para calmar el dolor y la tristeza que se avecinaban...
Todo pasó muy rápido... una llamada y levantarme del sofá para entrar en la UCI.
Fue durante 28 años puro amor, pura ternura, pura luz...
Hoy sigo sintiendo su presencia, de otra forma, pero Abel sigue con nosotros.
El milagro se hizo, sólo que no a nuestros ojos...
Es tan maravilloso sentir que ese amor sigue inundando mi corazón!!!
Espérame, amor mío!!! No sé cuánto tarde, tengo otro amor aquí, pero espérame Abel!!!
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