jueves, 6 de marzo de 2008

PON EN PRÁCTICA LA SOLUCIÓN ESPIRITUAL DE LOS PROBLEMAS

Señor, haz de mí un instrumento de Tu paz.
Que donde haya odio, siembre amor,
que donde haya daño, perdone,
que donde haya duda, ponga fe,
que donde haya desesperación, ponga esperanza,
que donde haya oscuridad, ponga luz,
que donde haya tristeza, ponga alegría.
Oh, divino Maestro, concédeme el no buscar
ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino amar.
Pues al dar recibimos,
perdonando somos perdonados,
muriendo nacemos a la vida eterna.
San Francisco de Asis.
La inmensa mayoría de todos los pensamientos que plasmo en este espacio son extraídos de libros de Abel y otros mas de libros míos; Abel tenía una gran colección; pero ese no es el mérito, sino el gran Don que tenía para entender todo lo que leía.
Hay un libro que siempre permanecerá cerca de mí y es el último que difícilmente estuvo leyendo debido a que su vista estuvo mermada desde el principio de la enfermedad por varias trombosis; sin embargo, seguía leyendo cuando comenzaba a recuperar un poco la vista; se colocaba muy cerca los libros y con todo y ese gran esfuerzo hasta el penúltimo día antes de su partida física, estuvo leyendo...
Él libro se titula: "Después del éxtasis la colada" de Jack Kornfield, textualmente la contraportada dice: (...)este conmovedor y fascinante libro se basa también en las experiencias de primera mano de practicantes de las tradiciones cristianas, judías, budistas y sufis. El resultado es una comprensión íntima y honesta del modo en que se despliega el moderno viaje espiritual y cómo debemos preparar nuestros propios corazones para el despertar".
No sé quién se lo recomendó, pero lo que si sé es que Abel estaba muy adentrado en la lectura de él, hasta el grado de que fué el que quedó en su cabecera en el hospital.
Gracias a este magnífico escritor voy reforzando muchas enseñanzas que ya me venían de mi papá, Don Amado, que era fiel seguidor de los pensadores que también seguía Abel; y también de las grandes enseñanzas de mi santa Madre, porque gracias a su enorme espiritualidad y acercamiento con Nuestro Señor he podido sobre llevar la carga del dolor de una manera muy diferente a la que nunca imaginé; bien dicen que los grandes seres de una u otra manera nos van preparando para no apegarnos a su forma física y trascender los miedos del paso de la muerte a la vida eterna...
En la página 93 puedo leer: (...)Penetramos en las puertas del despertar llevados por las mismas melodías, los cantos de gozo y desesperación que hicieron la primera llamada al espíritu. El océano de vida nos trae olas de nacimiento y muerte, gozo y lamentos(...)El golpe de la tragedia, los estragos de nuestras pérdidas pueden haber sido el desencadenante de nuestro regreso al espíritu. Ahora, con un acorde mas profundo, esta dimensión del despertar abre nuestro ser al dolor compartido del mundo. Penetrar mediante dicho estado se conoce como "Despertar por la Puerta de la Aflicción"...
El libro está marcado tal y como lo dejó Abel, en la página 246, espero llegar pronto a ella, esperando de alguna manera u otra que haya un toque de magia y pueda contactar con mi ser amado...
Hay veces que pienso si me hace bien estar tan cerca de los recuerdos, en ocasiones me hacen mucho daño, tengo sentimientos mezquinos y por momentos hasta me sulfuro sin motivo aparente; pero también siento que todo es un proceso, que, como ya lo he mencionado: la primera vez de todo siempre es muy dura, pero tenemos que adaptarnos a las nuevas circunstancias y retrocedo cinco líneas para decirme a mí misma que todo lo que me han dado y me siguen dando mi papá y Abel es para mi crecimiento y ojalá algún día llegue a ser tan Grande como ellos... ese día (como ya lo he mencionado antes) habré ascendido un peldaño mas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Carmen:

hemos visto lo que has hecho en recuerdo de Abel y dejame decirte que es hermoso hermoso espero que con esto la trascendencia de Abel en nuestras vidas y mas en la tuya se inmortalice.


te queremos y te extrañamos.

atte.
leli y victor