Los años van pasando para mí, tengo manchas en la cara, alguna carne que ya no está en su sitio, ya no tengo la misma energía de hace 26 años cuando te conocí, mis ojos ya no brillan como antes, tengo aún más canas y me descubro más lenta... y veo tus fotos, tan bello, tan incorruptible, con esa preciosa sonrisa, esa nítida mirada... qué bello eres!!!
Hoy día de tu cumple... 46 años... cómo estarías? Cómo serías?
Seguramente la persona más sabia con la que pudiera platicar y con una continua curiosidad por la espiritualidad, el Yoga, la medicina tibetana... a lo mejor buscarías ser monje tibetano, a lo mejor serías muy feliz con nuestros hijos...
Sólo lo puedo imaginar, sólo lo puedo soñar; porque la muerte, esa ladrona, nos robó tu preciosa presencia con nosotros... nos queda guardar en el corazón como un tesoro todo lo vivido contigo, que fue intenso, precioso; lleno de amor y una quietud amorosa que nos conduce a la serenidad y alegría por haberte conocido, por amarte, por seguir con tus enseñanzas aún pasados estos 17 años fuera de esta espacio terrenal.
Te sigo amando, sigo sintiendo algo muy fuerte en mi corazón, estás presente en nuestra vida, eres esa luz que se busca cuando todo parece no tener remedio.
Sigo esperando, con paciencia y al mismo tiempo con cierta inquietud para volver a reunirnos, pero ahora tengo una misión en esta tierra; sólo te pido que me esperes y que sigas tomando en tus brazos amorosos, que desplegues tus hermosas alas para seguir protegiendo a mi pimpollo.
Brindo por ti, Abel y por nuestro amor, que es eterno!